jueves, 4 de diciembre de 2008

Prólogo de una historia de princesas poco convencionales (parte 11)

Me desperté suavemente cuando la luz del sol llegó a mi cama. Todos las imágenes del día anterior volvieron de pronto a mi cabeza y entonces supe que tenía que rendirme.
No, no podía salir con Laura. Yo la quería, pero aún tenía ciertos problemas para aceptar mi bisexualidad.
No me sentía segura de mi misma. No me imaginaba besándome con ella en medio de una calle llena de curiosos, explicándole a un público que efectivamente me gustaban las chicas, no estaba preparada para correr en la boca de toda mi familia, de todo mi instituto… Sí, la quería, y mucho, pero sabía por experiencia que el amor, aunque íntimo, no sobrevive a las escondidas, y que nunca termina de funcionar cuando amamos con tantas miradas encima si no tienes dentro de ti una seguridad absoluta.
Cogí el móvil para llamar a Laura lo antes posible. Entonces vi que ella me había mandado un mensaje: “día 1 de la que espero será una larga lista. Perdona por mandarte el sms tan temprano pero quería ser la causante de que se abran esos ojos negros. Te quiero”.
Me sentí rendida, pero tenía que tener valor. No podía dejarlo escapar, cuanto más tiempo pasase más le iba a doler. Sabía que estaba haciendo lo correcto pero, a pesar de todo, cuando pulsé el botón de llamada no pude evitar sentirme como si estuviese apretando el gatillo de una escopeta contra una mariposa. Me cogió al momento:
-Hola cielo.
-Laura quiero hablar contigo.
-Supongo, por eso me llamas, no?
-Me refiero a que tenemos que hablar de lo nuestro.
-Sara, que te pasa?
¿Qué me pasa? He ahí la cuestión. Ni yo podía saberlo. Me pasaba que tenía miedo de mí misma, de ese misterioso amigo que era mi conciencia. Me pasaba que tenía tanto miedo a equivocarme que prefería sencillamente no jugar la partida, rendirme. Sentarme y esperar a que el amor llegase a mí de una manera sensata, es decir, resignarme a no enamorarme nunca.
Todo el discurso que tenía preparado se escapó de mí cabeza. Me dejó sola, tirada en un desierto con oasis prohibidos, condenada a caminar siempre sobre esa arena ardiente por no tener el valor suficiente para ser feliz. Solo pude decir:
-Laura, lo siento, pero tenemos que dejarlo. No estoy preparada…
Silencio…
-Laura, sigues ahí?
-Sí.
-Estás enfadada,no?
-No. Estaba pensando que eres la pareja más maravillosa que he tenido y también la que menos me ha durado.
-No es por ti, es por mí. Sabes que yo te quiero muchísimo…
-Me quieres, pero no lo suficiente. Sigues anteponiendo a las terceras personas a mí e incluso a ti misma.
-No es exactamente así…
-Sí lo es. Contéstate una pregunta: si yo fuese un chico, habrías seguido hasta el final?
Yo no podía mentirle.
-Sí.
-Necesito tiempo para pensar, te llamo luego.
Entonces sí me sentí abandonada. Me lo merecía y a pesar de todo no podía soportarlo. Ahora sabía que la cosa era mucho más complicada de lo que había imaginado. No podía vivir con ella… pero tampoco sin ella.
Durante horas esperé con el móvil en las manos, lágrimas en los ojos y, sobre todo, muchísimo dolor en mi alma.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada dia esta mas interesante la historia.. "Tenia tanto miedo a equivocarme que preferia sencillamente no jugar la partida..." que verdad tan grande..
Bueno,a esperar otro capitulo
1 beso! =)

malena dijo...

Complicada situación la tuya... Ambas tienen su parte de razón, veremos si cada una entendió las razones de la otra.
Hasta el próximo capítulo...
besotes!!

Endocimia dijo...

uhhh aca hay que leer, volvere con tiempo a hacerlo

Hada del lago dijo...

Dos maneras diferentes de vivir un mismo hecho, cada una con sus motivos, cada una con sus sentimientos. A ver como continua la historia de las princesas!

Seguro que no dejará de sorprenderme!

Un besiño guapa!

Adriana dijo...

Que triste princesa, eso de sentir dolor en el alma, pega al leerlo. ¿Y como continúa esto?, muy buen hilvanaje, esperaremos al próximo capítulo.

Beso grande para vos

santero Delcolmo dijo...

ay, no...
malditos miedos!

Isia gey dijo...

Muy emocionante, muy bello y muy triste. Esta historia tiene de todo porque es como la vida real, muy compleja.

Besos