jueves, 9 de octubre de 2008

Historia a dos voces

La de hoy es la historia de una sonrisa en el lugar donde está prohibido reir. La historia de una vida que comienza años después de que su portadora naciese. La historia de una persona con una magia capaz de hacer desaparecer los miedos. La historia de un pintor que dibuja sonrisas. La de hoy es una historia de dos personas, pero no es una historia de amor...
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Una tarde hace ya algún tiempo me encontraba yo en la cocina despues de una comida familiar que, por uno de esos motivos que en el momento parece que desmontarán tu vida pero que al cabo de un mes ya ni recuerdas, había acabado en pelea. Eran peleas diarias, pero a pesar de todo, yo no podía restarles importancia. Estaba sentada en esa pequeña cocina de piso, con la ventana abierta. Ventana que no ofrecía ninguna preciosa panorámica, sino que daba a un patio de luces.
Allí me encontraba yo, en un espacio vacío de emoción, de sueños encasillados, de problemas que nadie se atreve siquiera a mencionar, tratando de buscar una pieza que hiciese que mi vida encajase, buscando una receta para empezar a saborear la vida, cuando, de pronto, empecé a escuchar algo que me pareció nada menos que una respuesta divina.
De algún lugar del patio de luces comenzó a emerger un sonido que consiguió hipnotizarme desde la primera nota. Alguien, en alguno de los pisos, estaba cantando. Pero no cantando con las voces frías y estereotipadas de los cantantes de pop. Él estaba poniendo todo su énfasis en un mensaje que yo no era capaz de entender desde mi ventana. Su voz era a veces lamento, a veces grito, a veces susurro... pero siempre era mágica.
Empecé a quedarme todos los días en la cocina para escuchar esos conciertos en el patio de luces. A menudo jugaba a intentar adivinar la letra de esas canciones que yo no conocía, pero que él interpretaba con tanta pasión. Desde mi ventana, soñaba a imaginar que yo era una princesa a la que un juglar venía a cantar a mi ventana. Lo siguiente era inventar la apariencia de ese juglar, siempre distinto, pero siempre igual de perfecto, acorde a esa voz de ensueño. No puedo expresar con palabras todo lo que él me transmitió en esos numerosos conciertos de canciones sin letra, de piezas anónimas, de voces sin rostro, o lo que es lo mismo, de voces con un rostro maleable, infinito, inacabable... como debe ser el arte. Solo sé que esos conciertos se me hacían infinitamente pequeños.
Tras saciar mi sed de música en esos manatiales de sonido, yo misma reafirmaba mi deseo de llegar a ser una cantante que pudiese emocionar con su voz. Entonces, yo misma y tratando de imitarlo, cantaba en esa misma cocina arias que en ese momento me transmitían algo, tratando de dejar en ellas todos los sentimientos, alegrías o penas, que me atormentaban.Por así decirlo, me vaciaba en esas canciones. Solo paraba cuando mis propias lágrimas empezaban a fluír, agotada mi alma de tanto sentimiento. Y así transcurrieron los meses...
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Día 8 de Octubre de 2008. 11:00 de la noche
Volvía a casa tras un día agotador. A las siete de la mañana me había marchado de casa para las pruebas de los premios de excelencia académica (que se le hacen a los alumnos con el mejor expediente de Galicia) que me habían salido penosas. Despues había comenzado mi recorrido de psicologos/nutricionistas/endocrinos y había acabado en el conservatorio. Había sido demasiada actividad para una mente tan desgastada y me sentía que iba a explotar de un momento a otro.
Abrí la puerta del portal y vi a un vecino mío que recordaba desde niña. Lo saludé con una cortesía fría. Él se me quedó mirando...
-Vuelves de clase de guitarra?
Me estaba preguntando como sabría eso cuando me dí cuenta que tenía la guitarra colgando detrás de mi espalda. "Definitivamente, estoy demasiado cansada", pensé.
-Sí, del conservatorio. LLevo cinco horas allí metida.
-A qué horas vuelves!jaja. Tendrás hambre no?
-No demasiada.
Justo en ese momento me empezaron a sonar las tripas.
-Ya veo... has adelgazado últimamente, no?
No sé por qué, pero me irritó esa pregunta. Respondí con mi tono mas borde:
-Puede ser...
Silencio incómodo. Yo me preguntaba que pasaba que el ascensor no bajaba. Sin darme cuenta empecé a tararear una melodía.
-Vaya, no sabía que te gustase Bellini.
-Perdón?-estaba tan ensimismada que ni siquiera me había dado cuenta de que él seguía ahí y que el ascensor había bajado.
-No es esa la canción Vaga luna que inargenti de su ciclo de seis arias?
-Ahhh sí, me gusta cantar esa canción, me transmite taaaanto...
Comenzamos a ascender.
-Es curioso, hay una mujer en este edificio que la canta magistralmente. No sé quien es pero me gusta escucharla desde la ventana de mi cocina.
-Jajajaja, yo soy la que la canta desde la cocina. Normalmente lo hago después de escuchar a un chico cantar en el patio de luces.
-Vaya! Yo soy el que canta! LLegada determinada hora paraba para escucharla... bueno, para escuchartTE,jajaja.
Nos quedamos mirando. Yo no podía parar de reír. No, él no era el juglar que había imaginado. Era un cuarentón con tripa y gafas. Seguramente, yo tampoco era la soprano que él se había imaginado al oírme. Pero en ese momento supe que cada uno de nosotros había aportado al otro algo muy especial. Entre nosotros existía una relacción casi mística. Habíamos hecho un intercambio de lo que mejor sabíamos hacer: la música.
Reímos y reímos hasta que nos dimos cuenta de que el ascensor había parado de subir.
-Hacía cuanto que no te reías así, Sara?
-... La verdad es que no lo sé, pero lo necesitaba.
-Me alegro entonces. Me tengo que ir.
-Jajaja. Nos vemos en la ventana?
-Jajajaja. La próxima vez puedes venir a mi casa, ya sabes donde vivo.
Me quedé en el ascensor.
Sonreí y apreté el botón.
Fue entonces cuando me dí cuenta de que estaba ascendiendo, de una vez por todas^^.
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He decidido que el trono de esta princesa no será mas un lavabo sobre el que vomitar.
Me llevará su tiempo, pero voy a trazar la ruta hacia un nuevo camino.
Voy a reinventar mi vida, voy a ser feliz(:
Gracias por todo ese aluvión de mensajes de apoyo.

8 comentarios:

Enrique dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique dijo...

medianoche indica el comienzo del día.


en el tarot, la templanza tiene el número catorce. se trata de una mujer con alas de ángel que lleva de una jarra a otra el agua de la vida. es activa y receptiva al mismo tiempo.

saludos

Miss Parker dijo...

qué hermoso momento has vivido. La magia no es un acto espectacular lleno de humo y luces. Normalmente es cotidianamente encantadora y cercana.
Un abrazote princesita. Te estaré leyendo...

♋ Mariposa dijo...

Es el empezar a vivir, romper el cascaron de los miedos, me encantò lo que escribistes, ¿ vistes cuàntas ideas se arman de una persona?
me gustò que sonrìas...
palabras que empiezan a explorar, bello princesita, cuàntas cosas haces a pesar de todo!
mucha mucha fuerza, con mucho cariño es mi deseo del alma...
Gracias por contestar en mi blog, se hace como un nidito de emociones aqui vistes?
Besos dulces en la frente, no sè por que, pero para mi todos son pekes, como mis nenes
♥ ♥ ♥

Hada del lago dijo...

Me ha encantado la historia de hoy, tan real y tan especial... Seguro que ese momento será inolvidable y quedará marcado con esa sonrisa :)

Ya verás como poquito a poco vas a forjar ese nuevo camino, sé feliz que te lo mereces!

No se porqué pero se te coge cariño a través de tus textos xD

Un beso princesa!

Silvia_D dijo...

Quiero oír tu voz muy alta, eres una gran persona y una futura escritora genial, niña, felicidades :)

Me siento muy orgullosa de ti... siempre :)

Besos con mucho cariño

malena dijo...

Bonita historia.
BRAVO!!! Por el último párrafo, ése que escribió Sara, decidida a ser princesa...
Un beso grande.

malena dijo...

Tenés un premio en mi blog, pasá a buscarlo.
Un beso.