Esta tarde de primavera, ella no se fijaba en las flores que se abrían a su paso. No escuchaba los pajaros, que cantando la saludaban.
Esa tarde, en la que parecía que el tiempo se había detenido para regalarle un instante de la mas absoluta belleza, ella no sentía como el sol la acariciaba desde el cielo.
Ella solo se fijaba, instintivamente, en que sus pies no pisasen las uniones de baldosas. Quizá no quería tropezar con esas rayas imaginarias, como otras tantas veces había tropezado en su vida. Quizá era eso... no puede ser que estuviese triste... no tenía ningún motivo para estarlo.
En el camino a casa, se encontró con una moneda en el suelo, pero no reunió el valor suficiente para agacharse a cojerla. Porque en el fondo, tenía miedo. Miedo de que si se agachaba ahora, no se pudiera volver a levantar. Miedo de que nadie le volviese a tender la mano. No podía tener mas errores y eso la asustaba mucho mas que todos aquellos monstruos que se escondían debajo de su cama cuando era una niña.
No estaba triste, no tenía motivos para estarlo. Y a pesar de todo no sonreía. Sobre ella caía la mas cruel desgracia.
Ella había sido de esas personas con demasiados sueños. Durante una vida entera se había permitido el lujo de diseñarse una utopía, de exigirse a si misma lo máximo y de buscar la perfección en las demás personas. Sus deseos eran irracionales y causaron en ella terribles decepciones.
Pero, como si de un milagro se tratase, todos se cumplieron en un momento. De la noche a la mañana ella se encontró con una vida perfecta. Un milagro... o una maldición?
Hubo un tiempo en el que ella fue feliz. Pero pronto empezó a descubrir la amarga realidad. Ella lo tenía TODO. Y eso significaba que no había ya nada más que conseguir. No tenía nada mas que soñar, nada por lo que seguir luchando. Sin embargo, debería conservar esa perfección por el fin de los tiempos para no quedar ensumida en la más profunda melancolía. No tenía nada que ganar, pero lo podía perder TODO. Y que frágil es el equilibrio de la perfección...
De pronto, lo que fue guarida se convirtió en prisión y cada abrazo le apretaba dolorosamente el corazón.
Por eso, y a pesar de no tener motivos, esa tarde estaba triste.
Aquella tarde, ella no percibía la belleza de la perfección que la rodeaba.
Incluso aquellos que la vieron cruzar la calle esa tarde se dieron cuenta de su desgracia y olvidaron, solo por un momento, que era primavera...
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"-Que te gustaría hacer antes de morir?
-Emm...
...
...
...
...
...
Averiguar si el cielo puede ser mejor que la vida que estoy viviendo.
-Jajaja, probablemente no mucho.
-Entonces antes de morir mataría a alguien. Quiero ir al infierno."
