Cerrar los ojos

El mundo del odio es tan extraño como el del amor.

Me repugna el olor a gasolina y el del café.

Son tan profundamente artificiales!

Me recuerdan a la típica niña tonta que siempre quiere destacar entre sus amigas.

Me hace bomitar el colacao

es como pólvora oscura para mi paladar,

lo mata.

Me angustia el color amarillo

me recuerda, por un extraño motivo, a enfermedades y a días de llanto

(lo mismo me pasa con las margaritas).

Me fatiga el hecho de no haber encontrado nunca a una persona a la cual amar sin ningún tipo de reservas.

Me hace sentir extraña.

Me pone nerviosa la gente que come con la boca abierta, los que hablan tan bajo que no se les escucha, los que gritan y los que dejan frases sin acabar.

Me mata la gente que tiene mas respuestas que preguntas, los que no tienen curiosidad por nada, los simples.

No sé porque... pero los odio.

Odio el colacao, el color amarilo, el olor a gasolina, la gente que habla demasiado bajo... a pesar de que no me han echo nada que sea merecedor de mi rencor.

Sin embargo tú

que has desenterrado mi miedo, que me has destronado de mi reino, que has escupido sobre mi y sobre mi alma..

Tú

que has robado el brillo a la luna

que has robado a la noche las estrellas

que has profanado mi templo

Tú

que has mentido

que has desechado un cielo por encerrarme en tu infierno

que me has demostrado mi ingenuidad al tener esperanza en un mejor mañana

Tú que me has herido lentamente con tu infinita maldad...

Tú...

eres para mi una fuente de adoración.

No entiendo mi amor, no entiendo mi odio.

Van y vienen mis sentimientos y se colocan en un orden estricto pero caótico.

Es imposible cambiarlos de lugar una vez se han asentado.

Todo este mundo es demasiado extraño, demasiado irreal.

Como un palacio transparente, como un panteón de márfil donde no hay cadáveres, como una luna de cristal.

Si toco sus plateadas y frágiles paredes tengo miedo de que se venga abajo

pues su belleza es desgarradora, pero quizá solo sea de nuevo na ilusión.

Un espejismo en este desierto de amor y de sentimientos.

Permíteme quedarme quieta

Cerraré los ojos porque no quiero verte otra vez

Cerraré los ojos porque no quiero volver a quedarme prendada de tu belleza.

Cerraré los ojos, pero tendré mis sentidos alerta.

Porque sé que, en cualquier momento, este mundo podrá venirse abajo y quedaré sepultada bajo su grandeza.

Y aún así estoy atada a su mortal esplendor.

Por eso permíteme cerrar los ojos