Me gustaría poder releer un periódico del pasado miercóles.

Quizá encontrase numerosos datos de deportes que no me interesan,

de famosos que añaden a su lista un nuevo divorcio o una boda,

de sucesos...

Pero el titular de mi alma te hablaría de un asesinato.

De la muerte de mi esperanza loca y desbocada tras un viaje de falso amor.

En ese periódico,

donde en los anuncios por palabras de ofrecen poetas y no putas,

explicarían mi aventura.

Explicaría la amargura de aquellos que somos asesinados por distintas manos una y otra vez, pero con la misma arma.

A lo mejor el suplemento sería un manual para distinguir aquellos que tienen la boca mas grande que el alma.

Sin duda, a las ilusas nos sería mas útil que una revista de belleza que, al lado de esqueletos de mujeres en pasarela te enseñase la clave para vencer tu celulitis.

Pero los titulares no hablan.

Él es un desierto de emoción,

o eso es lo que quiero creer.

Pues me siento más feliz creyendo que me enamoré de alguien que en el fondo no me quería

a creer que me enamoré de alguien que quería hacerme daño.

Seguiré queriendo.

Hasta que se me rompa el corazón de tanto usarlo.

Porque él ha asesinado un amor, pero no mi capacidad de querer.

Porque hoy soy balsa en mar de dolor.

Pero mañana encontraré la orilla

y volveré a besar la tierra.

Porque él es desierto de emoción.

Pero mi emoción es un río que mojará por siempre esta tierra con sus lenguas frías y dulces.

Lenguas que cantarán, besarán...

pero nunca mentirán.